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Solo bastó 18 minutos para que el fuego consumiera el Congreso de Guatemala

El incendio consumió las oficinas frontales del Congreso de Guatemala, donde se tramitan las iniciativas de ley y donde se guarda la información del parlamento.

En 18 minutos, el fuego consumió las oficinas frontales del Congreso de Guatemala, donde se tramitan las iniciativas de ley y donde se guarda la información del Parlamento. Fue el sábado pasado, cuando el hartazgo, quizás conducido por infiltrados de acuerdo a algunas fuentes, vio arder a uno de los organismos señalados de la crisis en el país centroamericano.

Desprotegida en su exterior, apenas resguardada con una decena de agentes uniformados, la fachada del Congreso vio llegar al primer grupo de manifestantes el sábado a las 14:06 de la tarde (20:06 GMT), según constató la Agencia Efe de manera presencial.

En su mayoría, los manifestantes eran miembros de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), de la Universidad de San Carlos (Usac, autónoma). Pero un grupo se diferenciaba: encapuchados.

El  acceso al Parlamento contrastó con la imagen del Congreso dos días atrás, cuando los principales puntos de ingreso fueron cerrados por la fuerza pública, que acumuló presencia en los alrededores con tal de replegar a un puñado de manifestantes el jueves 19 de noviembre, indignados por la aprobación del presupuesto del Estado para 2021, el origen de la crisis.

Pasaron cinco minutos desde la aparición de encapuchados y estudiantes el sábado cuando arribó al lugar un camión remolque sobre cuya plataforma se situó un grupo con un micrófono y bocinas para alentar a los manifestantes y lanzar consignas contra la corrupción.

Crece la intensidad

Eran las 14:17 cuando una manta de la AEU fue colgada por dos personas trepadas sobre la cornisa de una de las ventanas del Palacio Legislativo, al costado derecho del portón principal.

De inmediato se sumaron dos encapuchados que, con bates en mano, comenzaron a romper las ventanas, ante la pasividad de la decena de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), ubicados a pocos metros.

El grupo de encapuchados había iniciado su camino minutos antes desde un par de kilómetros al sur de la Ciudad de Guatemala, según los medios de comunicación. A su paso frente al Banco de Guatemala, tomaron una gran bandera instalada frente a su fachada.

Ya en el Parlamento, la manta de la AEU había sido recogida y con una pequeña llama encendida se escuchó en la calle la invitación a quemarlo todo.

“¡Fuego! ¡Fuego! ¡Prendan fuego!”, gritaban varias personas en la enardecida manifestación, y un posterior zumbido de excitación giró su interés hacia el otro costado de la puerta, donde la bandera del Banco de Guatemala ya estaba encendida, rociada con alcohol. Eran las 14:22.

Caos en el interior

Un minuto después, los encapuchados habían logrado meter la bandera al Congreso por las ventanas y pegarla a las cortinas. A las 14:24 el fuego era evidente y la algarabía de la multitud, incesante.

Ayer, sin embargo, las autoridades de Interior admitieron un detalle relevante: desde el sábado por la mañana permanecían fuerzas antimotines de la Policía Nacional Civil en el interior del Congreso, listos para repeler a los manifestantes que rompían ventanas y amenazaban con abatir los históricos portones del edificio erigido en 1934, cuando gobernaba el dictador Jorge Ubico, depuesto por la Revolución de 1944.

A las 14:25, los extintores operados por los antidisturbios aparentemente eran insuficientes tanto para controlar las llamas, como a los primeros manifestantes que ingresaron por ventanas. Lo primero que hicieron los encapuchados fue sacar los cuadros de los expresidentes legislativos, según detallaron testigos.

Otros cinco minutos transcurrieron y las puertas del Congreso cedieron ante la presión de encapuchados y otros manifestantes, que se sumaron a la revuelta. Entraron al Salón del Pueblo, donde unos murales elaborados por tres artistas relatan los momentos decisivos de la historia del país centroamericano.

A algunos manifestantes les dio tiempo de hacer “grafitis” en las paredes y tirar sillas a una de las esquinas. Otros se dirigieron a la cocina de la junta directiva, donde sacaron comida y encontraron cervezas importadas en el refrigerador.

La furia del incendio incrementaba pasados los ocho minutos de haber comenzado las llamas. Afuera, sin embargo, ya había presencia policial.

Pasados 20 minutos desde la llegada de los manifestantes al Congreso, un bloque de policías antidisturbios hizo su presencia en la avenida frente al Parlamento.

En la plaza, sin embargo, se desarrollaba la protesta principal contra el Gobierno y el Congreso. Más de 10.000 personas cantaron el himno, lanzaron consignas y pidieron las renuncias de los congresistas y del presidente, Alejandro Giammattei, por haberle dado la espalda al pueblo.

A las 14:40 aparecieron los bomberos. Dieciocho minutos después del incendio, los cuerpos de socorro pusieron fin al fuego, pero continúan las sospechas sobre el origen de los encapuchados. Varios diputados y el mismo vicepresidente, Guillermo Castillo, manifestaron sus “dudas” sobre lo acontecido por posibles infiltrados.

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